GRISÁLIDA

GRISÁLIDA - Social

martes, 2 de junio de 2009

PARTIDO PEQUEÑO, IDEAS GRANDES

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‘Lo cómodo es vivir en la convicción de que no existe remedio para las injusticias... Es mucho más doloroso saber que existe solución, y que a pesar de ello somos incapaces de alcanzarla...’



Cuando tenía 10 años, un día en clase de religión debatíamos sobre el hambre en el mundo. Es curioso porque no conservo ni un recuerdo más de esta asignatura en todo el curso, y del resto de materias apenas algunos detalles. Por alguna razón que desconozco esta escena se me quedó grabada con absoluta nitidez. Puedo ver el aula y la ubicación de mi pupitre, y hasta revivir el diálogo que tuvo lugar. Levanté la mano y di mi opinión —¿Cuántas personas hay en España, un millón...?— pregunté. Supongo que mi maestra no quiso corregirme en ese momento y asintió. Proseguí —Si cada español da una peseta ¡tendríamos un millón!— exclamé. Recuerdo la felicitación de la profesora y el extraño sentimiento que me quedó. Continué rumiando durante varios días mi «genial» idea, orgulloso por la aportación y, al mismo tiempo, desconcertado porque a nadie más se le hubiera ocurrido, ¡con lo sencillo que resultaría acabar con la pobreza! Supongo que después lo olvidé todo. O, tal vez, quedó aislado en algún lugar del subconsciente y, llegado el momento, brotó nuevamente la misma idea, pero evolucionada, acorde con mi madurez intelectual y humana.

Como animador de jóvenes suelo motivar a los grupos que empiezan con la posibilidad de cambiar el mundo. Confieso que me aprovecho de la especial sensibilidad que se tiene a esa edad respecto a las injusticias, esa natural rebeldía contra lo establecido, ese ansia de ser protagonistas, héroes. El punto de partida es una pregunta: «¿Saben que si nos pusiéramos todos de acuerdo el hambre desaparecería del mundo en cinco minutos?». Me suelen mirar con asombro, incrédulos. Y, sin embargo, no es mentira, ni siquiera una exageración. Lo difícil es ponernos de acuerdo, sólo eso —o nada menos que eso—. Se trata de una decisión de muchas personas, en muchos lugares y todos al mismo tiempo, pero, al fin y al cabo, una simple decisión. Y resulta que treinta años después estoy en el mismo sitio que tras la clase de religión de sexto curso; desconcertado y preguntándome por qué no se hace si es tan sencillo… Imagino que lo cómodo es vivir en la falsa convicción de que no existe remedio para las injusticias, la miseria y el hambre. Es mucho más doloroso saber que existe solución, que está a nuestro alcance, y que a pesar de ello somos incapaces de ponerla en práctica.


Acabo de conocer el partido político PUM+J (Por un Mundo Más Justo). Uno de sus eslóganes tiene mucho que ver con mi inquietud infantil: «Acabar con la pobreza es una decisión política», afirman. Y añaden, «Somos la primera generación que de verdad puede acabar con la pobreza […] Luchar contra ella no es de derechas ni de izquierdas». He leído de principio a fin su ideario político y sus propuestas de acción, y les aseguro que no viven en la luna. Saben lo que dicen y están convencidos de lo que hacen. Es verdad que su marco programático es muy limitado; su único fin es erradicar la pobreza en el mundo, pero, ¿acaso existe alguna idea, objetivo o fin más importante que ése? ¿No debería ser la prioridad absoluta de los seres humanos en todo el planeta? ¿No nos da vergüenza discutir sobre Educación para la Ciudadanía o la Ley para la Memoria Histórica, o incluso sobre el aborto, sin haber resuelto antes —o al menos simultáneamente— el hambre en el mundo? ¿Cómo pueden hablar encendidamente y sin sonrojarse de «lo conveniente para Europa», «lo mejor para España», o «lo que necesita Canarias», sin más, como si ello no influyese en las vidas del resto de los seres humanos que habitan La Tierra? ¿De verdad ninguno se pregunta si algunas de esas cosas que «tanto necesitamos» no serán precisamente las que perjudican a África y Asia...? Quizás lo saben y les da igual.

He escrito que los nacionalismos son egoístas, por definición, y potencialmente peligrosos. Pero tan nacionalismo es el que se mira el ombligo autonómico en Cataluña, el País Vasco o Canarias como el que sólo defiende los intereses de España o la Unión Europea. Su egoísmo engloba una extensión geográfica mayor, pero nada más. Hacer política contra la pobreza en el mundo exige practicar una política económica, educativa, sanitaria y social coherente con esos principios en Canarias, en España y en Europa. No digo que prescindamos de los gobiernos nacionales y locales, no estoy delirando. Éstos deben ser los que administren de forma eficaz nuestras comunidades geopolíticas, pero sí necesitamos que en los grandes ámbitos de decisión estén representados partidos cuyas miras se elevan por encima de las fronteras y sus alambradas, porque no hay ninguna razón para defender con más ahínco la supresión de los crucifijos de las aulas, que los derechos de «los niños de la guerra».

En la serie «Creo en la política», en este mismo blog, escribí que todos tenemos el deber moral de participar en política a través del asociacionismo o dentro de los aparatos de los partidos. La política tiene la culpa de casi todo, pero también en la política está la solución. Y por eso me alegré de que PUM+J no sea una ONG, ni siquiera una extensión de alguna, sino un partido político puro y duro. Tenemos alternativas para dejar de pensar sólo en nosotros mismos y en nuestras hipotecas, al menos por un momento, y entregarnos a la placentera sensación de que sobrevolamos en grandeza de espíritu a todos esos miopes gobernantes. Tú decides si te apuntas a un partido grande con ideas pequeñas o a un partido pequeño con ideas grandes.




3 comentarios:

Jorge Arráez dijo...

Es ilusionador que alguien entienda que lo que propone este partido no es locura ni utopía (con todos mis respetos a la utopía).

El artículo describe perfectamente la idea que defiende el partido Por Un Mundo Más Justo (PUM+J).

Si acaso, me permitiria añadir que para dar solución al problema de la pobreza, que consciente o inconscientemente hemos contribuido a crear para que lo sufran otros, no es necesario "PERDER" nada.

Más bien al contrario; cuando apliquemos las medidas para compensar el daño causado, estaremos invirtiendo en nuestro propio bienestar, en nuestra propia riqueza.

Recuperaremos valores que nos "enriquecen" como humanos, de los cuales decidimos prescindir, creyendo que la ambición particular podría prevalecer ante el interés y la justicia global. Asumimos que esto era licito y con el tiempo descubrimos que cada vez somos mas pobres.

Tan solo trabajando por recuperar estos valores, uno recupera el bienestar y se despoja de la culpa que inmoviliza.

Tardaremos en alcanzar un mundo más justo, pero merece la pena intentarlo.

Gracias y enhorabuena por el artículo.

Alejandro Plans, afiliado del PUM+J dijo...

Hasta ahora, todos los partidos afirmaban querer acabar con la pobreza, pero para ninguno era una prioridad política. Ese es el único y alarmante problema: no hay voluntad política.

El PUM+J se centra exclusivamente en que la política tenga como primer objetivo y más importante, la erradicación de la pobreza.

La pobreza tiene los días contados. Como todo problema social-económico-cultural-político, se debe afrontar desde todos esos ámbitos mediante la actividad en todos los estratos sociales. Tenemos que exigir su fin mediante el voto y trabajando en el ámbito político, profesional, de ong, en asociaciones, con tus amigos o familia.

"Querer es poder" y el 100% de tu poder político reside en tu voto.

Un abrazo

Miguelo, sc dijo...

Amén, Armando. Votar por un partido pequeño nunca será un voto inútil. Incluso aunque no consiga el mínimo necesario para obtener representación, un apoyo popular creciente a lo que ese partido va defendiendo se convierte automáticamente en una llamada de atención para los partidos grandes, y seguramente se tomarán más en serio estas "grandes ideas" -como bien las defines tú- aunque sea para evitarse una sangría de votos...
Para mí, el PUM+J ya ha conseguido algo muy importante: lograr hablar de la ERRADICACIÓN de la POBREZA en medio de una campaña electoral, y no sólo como algo residual sino como PRIORIDAD POLÍTICA. Todos esos "Tratados" y "Objetivos del Milenio" no se deben quedar en simples palabras bonitas ni en papeles mojados de tanto lavar nuestras conciencias.
Como dicen en su folleto: "Tu voto es útil si habla de ti, si te representa, si muestra tus inquietudes, te posiciona y gracias a él te haces oír..."
Pues dejemos que nuestro voto hable de nosotros mismos...

PD 1: Armando, perdona la vulgaridad, pero como diría un conocido mío: "¡Qué bien escribes, 'jodío'!"