GRISÁLIDA

GRISÁLIDA - Social

lunes, 3 de marzo de 2008

EL VOTO EGOÍSTA

¿Votaría usted a un partido que propusiese subir los impuestos, para dedicarlos a condonar la deuda externa de los países empobrecidos? No le hablo de dejar de llevar comida a su mesa, sino de subir ligeramente la presión fiscal para ayudar al planeta y a los que viven en él, sacrificando apenas unas migajas de nuestros caprichos. Este es solo un ejemplo que nos puede ayudar a medir nuestra escala de valores al introducir nuestro voto en una urna.

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Quién no ha oído hablar del famoso «voto útil» del que sacan tajada PP y PSOE en cada convocatoria de elecciones. O del «voto cautivo», cuya sola mención nos hace viajar en el tiempo, hasta la Andalucía de los años 80 y 90, cuando Felipe González atemorizaba a los ancianos y a los desempleados con quedarse sin sus prestaciones sociales si ganaba la «derecha». El chantaje ha resultado ser tan eficaz que ahora todos lo practican. El «voto de castigo» es otro viejo conocido de los comicios, y que según los expertos dio la victoria a José María Aznar en 1996. Mucho menos nombrado, aunque no inexistente en el análisis sociológico, es el «voto egoísta».


Dispuesto a utilizar este término en el presente artículo, realicé una búsqueda en Google para averiguar lo original de mi ocurrencia. Suponía que no sería el primero en mentarlo, aunque el sonido de su pronunciación no le resultaba demasiado familiar a mis oídos. Y así es, existen referencias, pero son pocas. En algunas de ellas se eleva a la categoría de valor el concepto de «egoísmo», ideal —y casi imprescindible según sus partidarios— para decidir el voto «adecuadamente» en unas elecciones. El escritor Fernando Sánchez Dragó lo promueve en un artículo publicado en «El Mundo», colgado también en su blog particular bajo el título «Reflexiones electorales de un ciudadano excéntrico», con motivo de las Elecciones Autonómicas y Municipales de mayo pasado. No sé por qué no me sorprende. A su más puro estilo, parapetado en sus 70 años y su bien ganado título honorífico de intelectual de España, se permite burlarse de quienes creemos que la democracia de un país madura —entre otras cosas— en la medida en que dejamos de pensar exclusivamente en nosotros mismos; en relación al voto y a cualquier otra decisión que exija decantarse por una alternativa entre varias. Pero no tenía yo intención de polemizar en estas líneas con el conductor de Diario de la Noche de Telemadrid, sino más bien reflexionar en voz alta sobre el modo más razonable de depositar el voto en una urna.



Los líderes políticos, siempre bien asesorados, cuentan con nuestro egoísmo —"defensa propia", según Sánchez Dragó— a la hora de votar, y sobre esa base diseñan su estrategia de campaña. Le dicen a cada colectivo, y si pudieran a cada persona, exactamente lo que quiere oír. Por supuesto, saben que no pueden cumplir con todos, entre otras cosas, porque muchas de sus promesas son incompatibles entre sí, algo que trae sin cuidado a los reyes de la demagogia. El voto egoísta consiste en dar nuestro apoyo al mejor postor, así que los hombres-cartel solo tienen que esforzarse en subir la oferta, que después adornarán con pinceladas de política social, política económica eficaz, o cualquier otra mentira semejante.


Otra tara de la democracia la encontramos en el «voto forofo». Los forofos son los incondicionales —aún sin ser militantes—, que por definición, no ponen condiciones, no dudan, no critican, no exigen, no reflexionan sobre la conveniencia de votar a «su» partido. Más que partidarios de un programa político, son aficionados «ultras» de unas siglas, como lo son los hinchas de un equipo de fútbol —¡los colores son los colores!—, con la diferencia de que los resultados deportivos no tienen consecuencias en las leyes y la economía, mientras que los resultados electorales sí. Es por tanto, una actitud irresponsable.


En el lado contrario se sitúan los indecisos. A mi juicio, ésta es la actitud que denota mayor madurez. El indeciso necesita información para decantarse, y la analizará, previsiblemente, de modo aséptico, aunque siempre bañada en su propia ideología, cuando la hay. Esto no quiere decir que no se deba militar en un partido político. Todo lo contrario. Pero los militantes deben ser los más críticos con sus propios dirigentes, haciendo oír su voz y creando corrientes de opinión internas. Yendo aún más lejos, un militante coherente con sus ideas, será capaz de votar en blanco, o incluso por otro partido, si la dirección programática del suyo le parece inadmisible en determinado momento, lo cual no exige que abandone su afiliación, sino que continúe trabajando para ayudar a recuperar el rumbo que un día le hizo pedir el carnet.


Tampoco puedo obviar en mi reflexión la gran pregunta que nos hacemos muchos católicos cuando llega el momento de votar: ¿existe el «voto cristiano»? Mi opinión es que sí, pero no corresponde a unas siglas determinadas, sino a la forma global de aproximarse a la política. En concreto, el voto de un cristiano debe ser la antítesis del «voto forofo» y del «voto egoísta». Del primero por irreflexivo y del segundo por antievangélico. La preocupación por las consecuencias del voto en la defensa de los más desfavorecidos —aunque no estemos entre ellos—, en la educación —aunque no tengamos hijos—, en la igualdad de género —aunque no seamos mujer—, en la lucha contra el hambre en el mundo —aunque seamos españoles y estemos a dieta—, por poner algunos ejemplos, debe ser la base de una decisión coherente con nuestra fe. Y por supuesto, la participación ciudadana, más allá de los comicios.


«Las elecciones son la fiesta de la democracia», le encanta proclamar solemnemente a los líderes políticos. En sentido estricto, es más bien la fiesta de ellos. Es cuando reciben el baño de masas que les situará en algún despacho desde el que gobernarán durante los siguientes cuatro años, sin tener la menor intención de volver a escucharnos en ese tiempo. Por eso, participar en la democracia es mucho más que depositar el voto en una urna —eso es lo que a ellos les gustaría para tener un mandato apacible y sin sobresaltos—. Quien vota se compromete a seguir de cerca la acción política de sus gobernantes para formarse su propia opinión, y desde sus posibilidades, ejercer presión para que las ideas por las que dio su apoyo a un programa electoral, o por las que no se lo dio a ninguno —voto en blanco—, se vean reflejadas en las decisiones que se toman. Cualquier ámbito es válido para hacerlo: partidos políticos, sindicatos, asociaciones vecinales, ONG, agrupaciones culturales, el APA y el Consejo Escolar de los centros educativos, movimientos religiosos...

Esta es la democracia en la que creo, a la que aspiro y por la que trabajo, orientado por mi fe. Por mucho que Fernando Sánchez Dragó me califique por ello como «nocivo» para mis semejantes.




9 comentarios:

icue dijo...

Armando.
Yo pienso que elegir a políticos honestos y competentes, no debiera ser algo superior a nuestra capacidad. A esto deberíamos dedicamos los electores, debemos estudiar a nuestros candidatos como personas, ponderando bien las acciones y sus palabras, sin dejamos deslumbrar por la retórica de un político.

Debíamos estudiar los partidos y sus principios, lo cual incluye el estudio de sus realizaciones en el pasado, tanto en si mismas como en relación con el principio que profesan.

Es fundamental que estudiemos si son personas sinceras, si hacen honor a la verdad, o por el contrario se apoyan en la mentira, en la falsedad y en los intereses de partido, para mantenerse en el poder.

Es hora de examinar el rumbo que sigue la vida de nuestro país, pues si todos no somos expertos en política, debiéramos de tener el olfato necesario para juzgar, si el cuerpo de la política está sano y cada vez va mejor, o si está enfermo y va empeorando.
A la hora de votar, la obligación del voto, lleva consigo de prepararse para votar. Quien no se toma esta molestia, no puede luego lamentarse de que las cosas no marchan bien.

El deber de cada ciudadano en una democracia, no solo se reduce a elegir, llega más lejos, debe llegar a crear una atmósfera de salud moral, en la que tiene que actuar el gobernante que se elija. Si esto no se hace de nada servirá el interés por votar.

Miguelo, sc dijo...

Desgraciadamente, como señalas, nuestro voto, está demasiado condicionado por lo que "nos interesa". Incluso cuando pensamos que estamos votando por el bien común, en el fondo estamos esperando "lo que nuestro país puede hacer por nosotros" (parafraseando a Kennedy).

¿Votaríamos a alguien que nos asegure que íbamos a dejar de crecer económicamente? Porque si el primer mundo acapara los recursos del mundo, y España está en el primer mundo, sería injusto que siguiera creciendo económicamente. Incluso debería decrecer... si realmente pretendemos luchar contra las desigualdades. ¿No tendremos inevitablemente que renunciar a mucho de lo que hemos conseguido o acumulado individual y colectivamente...?

Pero claro, al final nos asusta entrar en un periodo de crisis y recesión económica, dejar de ser competitivos en la economía mundial y particular, empezar a pasarlas canutas, vivir con un sólo sueldo o simplemente con el subsidio del paro y sin tener garantías de disponer de una pensión de jubilación en un país en el que se corra el riesgo de que quiebre la Seguridad Social y se pierdan todas las conquistas y garantías del "Estado del Bienestar"...

¿Cómo salir de esta pescadilla que se muerde la cola? ¿No tendríamos que ser mucho más exhaustivos a la hora de analizar cuáles son realmente nuestras auténticas necesidades básicas y cuáles son completamente superfluas?...

Ángel De Jesús dijo...

Saludos, hermano desde venezuela espero e encuentrs bien, le eche un vistaso a tu espacio y de verdad me parece estupendo tu punto de vista ademas los comentarios que tienes espero que visites mi blogs

Aristóteles dijo...

Ups... No soy muy político, con trabajo intento hacer filosofía en mi Blog,... jeje.

Armando, no te imaginas la alegría que produce encontrarse gente como tu aquí en la red. Además, me vine enamorado de mi madre patria, tuve la oportunidad de visitarla en agosto del año pasado.

No dejes nunca de servirle al Señor.

Bendiciones para ti y tu familia.

Desde México, un abrazo fraternal.

Con mi bendición de padre, tu amigo: Hugo Alonso.

Antonio Hernández Lobo dijo...

Querido Armando, todas las personas que suelen expresar distintas opiniones sobre la política, llegada la hora, no dudan en quejarse cuando la calle está sucia, cuando las aceras tienen este o aquel problema, cuando los impuestos suben, cuando los ruidos de la discoteca o el bar de turno nos molesta, cuando no encontramos un aparcamiento, cuando hay atascos a la entrada de tal o cual colegio, cuando no sale el Plan General, cuando no hay limpieza en los colegios, cuando no existen playas accesibles, cuando no existen centros culturales en condiciones, cuando…

Es un hecho que la política nos afecta, nos toca de lleno en todos los aspectos de nuestra vida: la educación intercultural, la sanidad, la inmigración, la seguridad ciudadana, etc., etc., dependen de la política y nos afecta directamente. Nos preocupa y nos ocupa, cuando nuestro hijo tiene dificultades en el colegio, cuando no puede practicar su deporte favorito por falta de espacios , cuando su tiempo de ocio no lo puede disfrutar con garantías de salubridad, cuando la atención sanitaria no es la adecuada, cuando…

La política es una actividad noble, es una actividad digna, a través de la cual los ciudadanos mejoramos la calidad de vida, somos más felices y obtenemos mejores resultados en todos y cada uno de los parámetros que regulan el estado del bienestar. Negarlo es absurdo. Necesitamos de la política para ir avanzando y progresando en sentido positivo en todos y cada uno de los aspectos que interfieren en el desarrollo personal y social. La política nos conduce al progreso en sentido positivo. La política es una actividad enriquecedora para las personas en el más amplio sentido de la palabra porque es a través de ella como los pueblos progresan y los hombres son más libres.

Otra cosa muy distinta son los políticos. Los políticos como seres humanos que son están lógicamente marcados por todos aquellos rasgos que nos afectan a todos como seres humanos que somos: virtudes, defectos, limitaciones, voluntades, creencias, principios…es decir, virtudes y defectos, que todos tenemos.

Por ello en un sentido amplio cabe decir que de todo hay. Hay políticos buenos, menos buenos y regulares. Pero los hay en todos y cada uno de los partidos que se presentan en estas elecciones. Nadie tiene la panacea, nadie, nadie está legitimado/a para dar lecciones, y todos/as tienen sus capacidades, sus actitudes y sus aptitudes con las que tratan de hacer frente a la enorme responsabilidad que tratan de asumir y que no es tarea fácil. El problema está en saber si han reflexionado lo necesario como para saber a qué responsabilidad aspiran y si son sinceros/as en ese ofrecimiento de servir al estado.

Anónimo dijo...

Gracias por este análisis tan certero, tan al corazón del problema, tan profundamente comprometido. Un rayo de luz en estos días que otros aprovechan para repartirse la tarta.

Gracias.

Carlos Martinez dijo...

Te pegas unas parrafadas que hasta que no han terminado las elecciones no he tenido tiempo de comentar.
Mira, yo los días de propaganda los evito. A unos los hemos visto gobernar 4 años y a los otros hacer su papel. ¿Que mas quieres?¿Vas a hacer mas caso a las palabras que a los hechos?
Solo he visto en ese dia un hombre ejemplar: Llamazares el de Izquierda Unida que ha dimitido como máximo responsable.
Y sobre los sentimientos religiosos a ver si en las manifestaciones por el hambre y en contra de cualquier guerra se ve a alguno(aunque supongo que entre los 200 deotras veces habria alguno claro), porque yo solo los veo cuando se habla de temas muy obsesivos para la jerarquia eclesiastica.

http://mishuevos.blogia.com/

Salvador Pérez Alayón dijo...

Hola Armando, me he enterado de tu blog por un amigo que me lo recomendó y me ha gustado mucho. Yo también soy cristiano y desde toda mi vida. En esto momentos tengo sesenta y dos años, pero mi seguimiento al SEÑOR empiezan desde los quince años. Estoy de acuerdo con tu reflexión sobre la ayuda al tercer mundo y sobre el tomarnos en serio, pero que muy en serio el voto. Estas últimas elecciones he votado al partido familia y vida. No sé si he hecho bien, pero no podía votar a los partidos que atentan contra la vida y la libertad educativa. Trato de hacer lo mismo que tú, pero no tengo tus conocimientos ni la preparación informática que me permitan hacerlo. De momento tengo un muy sencillo y modesto blog que acabo de crear y estoy aprendiendo. Debemos de irnos uniéndo para compatir y hacer oír nuestra voz en CRISTO. Un saludo y desde ahora te veré en el programa todo goles siempre que pueda, pues soy muy aficionado al fútbol.

Armando Vallejo Waigand dijo...

ICUE: creo firmemente que para valorar correctamente las alternativas en unas elecciones el análisis de la catadura moral de los candidatos y el de la «gestión» de sus propias vidas es fundamental. No soy partidario del «show» «made in USA», pero no está de más conocer aquellos elementos, incluso de su vida privada, que puedan ayudar a entender la forma de pensar y actuar de la persona que albergará en sus manos la mayor cuota de poder del país en los siguientes años. Aunque dicho sea también, que nuestro sistema político es bastante menos presidencialista que el norteamericano, pese a lo cual, la personalidad del líder del partido en el gobierno tiene un innegable peso en la política a desarrollar.

MIGUELO: evidentemente, se trata de un problema de fondo, de muy largo recorrido que no parece tener solución en la práctica, como tú apuntas. El «voto solidario» parece abocado al fracaso, según este panorama. Sin embargo, yo creo que no es necesario que nos exijamos un volantazo radical, que además de ser utópico y por tanto irrealizable, seguramente tendría efectos devastadores para toda la humanidad, tipo «Mad max», la película. Pero sí podemos desarrollar estrategias económicas que aliente el ahorro de las familias, así como campañas de sensibilización orientadas a que la población entienda la necesidad de crecer más lentamente, para permitir el desarrollo de las zonas empobrecidas del planeta, algo que será bueno para todos. Es preciso, claro, el entendimiento de las principales fuerzas políticas del Estado, para evitar que se convierta en una nuevo arma arrojadiza electoral. Pero ¿cómo llevar este tema a la arena del debate nacional? Se me ocurren una par de ideas, que si te parece, incluiré en el post de cierre de «Creo en la política».

ÁNGEL DE JESÚS: gracias por tu aportación y tus palabras. Saludos para Venezuela.

ARISTÓTELES: ¡pues no has elegido mal «nick» para escribir sobre filosofía! Gracias por tus palabras. Celebro que te guste el blog.

TONI: Coincidimos en la necesidad e importancia de la actividad política, por eso he publicado dos entregas del artículo titulado «Creo en la política», y resta una tercera. También estamos de acuerdo en que «hay de todo». El problema es que el «de todo» bueno es poco visible —testimonial diría— ahogado por el «estilo» que se ha ido abriendo paso en la política española, mediocre y con una discutible vocación de servicio, elemento irrenunciable para los cargos públicos, a mi juicio. Eso es lo que denuncio. Y esa denuncia es también una forma de participar en política.

ÁLEX: gracias Álex por tus palabras. Por lo que a mí respecta, esa «tarta» de la que hablas, podrán repartírsela, pero no será con mi pasividad.

CARLOS: Pues sí, los hechos son los más fácilmente evaluables. ¿Es según los hechos —que afecten a todos, no solo a mí —por lo que votamos a unos o a otros?

Y respecto a las manifestaciones solidarias, yo también echo de menos a menudo la presencia de la Iglesia, que no de los cristianos, porque como sabes, la mayor parte del voluntariado en España la forman éstos. Quizá nos falte salir a la calle con más frecuencia para manifestarnos, pero donde sí que están muchos es al lado de los fogones, en la cocina misma, incluidos los países empobrecidos.

SALVADOR: me alegro de que te hayas tropezado con este blog, y más aún por haberte sido recomendado. Agradezco tus palabras de elogio, pero lo importante es la lumbre, por pequeña que sea, que luce en este rincón del mundo para proponer nuestra óptica cristiana a quien quiera escucharnos. La que tú enciendas, bienvenida será.

IVÁN: Gracias por elegir mi blog también para lanzar este mensaje solidario. Cuenta conmigo. Voy a ver el modo óptimo de dar a conocer el drama de los secuestrados en Colombia y en cualquier lugar del mundo a través de este blog de modo permanente. Un saludo.

Gracias a todos por sus comentarios.