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GRISÁLIDA - Social

sábado, 23 de junio de 2007

Creo en la política (I)

Lo confieso, el título de este artículo persigue la provocación. No significa que falte a la verdad, pero sí requiere de una aclaración. Desde hace algunos días estamos celebrando en España los 30 años de la democracia. Con tal motivo, se han venido realizando numerosos actos conmemorativos en los que han participado algunos de los actores principales del momento histórico conocido como la Transición Española, considerada como un ejemplo de sentido común, responsabilidad y tolerancia tras casi cuarenta años de dictadura franquista.

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Estos días han servido para bucear con nostalgia en el recuerdo de canciones, programas de televisión, modas y todo aquello que nos devolviera con la imaginación a los años 70. Pero también para reflexionar sobre el camino realizado desde el punto de partida hasta la actualidad en el terreno de la política. Es un buen momento para mirarnos al espejo y preguntarnos qué estamos aportanto cada uno de nosotros a la sociedad en la que vivimos. Los políticos y los ciudadanos de a pie.

La primera mirada será a vista de pájaro. Desde la distancia y en lugar elevado, desde donde se puede divisar el conjunto, la perspectiva amplia, el paisaje con suaves pliegues, sin la distracción del detalle que nos haga perdernos en la anécdota. Y desde esta atalaya puedo distinguir un sendero que parte desde un terreno pantanoso. En los primeros kilómetros se aprecia decisión en los caminantes, convicción y dirección inequívoca con apresurado paso. Transcurrido un trecho, la senda inicia un desconcertante serpenteo, y poco después se divide en nuevos caminos igual de nerviosos. Avanzan, pareciera que en la misma dirección, pero más lentamente, agotados por los bandazos, como si hubieran olvidado el motivo que les llevó a emprender la marcha y ya no tuvieran ganas ni fuerzas para abrir nuevas rutas. Llega un momento en que los giros son tan violentos que retroceden hasta que vuelven a girar. Andan en círculos. Al final, el paisaje es un gigantesco caos en el que los senderos se cruzan vertiginosamente, luego caminan en paralelo para repelerse nuevamente. El pantano quedó lejos, pero no tanto como creen los caminantes. Han caminado mucho, pero no siempre han avanzado.



D
esciendo. Me aproximo. Comienzo a percibir los sonidos y matices en los colores. Ahora todo parece más grande, más importante, más decisivo, más vulnerable. Ya sé por qué comenzaron a caminar juntos. Huían juntos. Tenían un mismo enemigo, un mismo pasado, un mismo temor y una misma ilusión. Pero con el tiempo, sin darse cuenta, dejaron de huir, pero sobre todo, olvidaron de qué huían. Comenzaron a preocuparse más por
quién debía hacerlo que por el qué debería hacer. VínculoSus rutas se separaron sí, pero no tanto porque pensaran que su camino era el correcto, sino para dejar claras sus diferencias. Sus caminos se distanciaban, pero no del todo. Se vigilaban y cuando se veían demasiado lejos unos de los otros se perseguían temiendo quedarse atrás en su peculiar avance hacia ninguna parte. Ni contigo ni sin ti, parecen decirse. Jamás lo confesaron. Ahora, se yerguen orgullosos creyéndose héroes, vitoreados por sus incondicionales -podría decirse también irreflexivos, irracionales, adeptos- convencidos de ser imprescindibles líderes de la sociedad a la que deben conducir por un camino que no saben dónde les llevará, salvo a su propio éxito. No les inquieta. Jamás lo confesarán.

Vaya, y aún no he dicho por qué creo en la política...







4 comentarios:

Mariluz Barrera González dijo...

Justo hoy venía pensando camino al trabajo, que lo terrible no son las circunstancias sino las personas, la actitud y la postura que tengamos ante las situaciones que se nos presentan. La política no ha sido mala, son los protagonistas los que la han vuelto algo que al final mucho acabamos aborreciendo, por que perdió poco a poco su verdadero sentido, "El bienestar común del hombre".

Honestamente yo ya no se si creo en la política, quisiera creer en las personas, en los seres humanos y en la convicción grandisima de que juntos todo lo podemos cambiar.

Un beso Armando.

Daniel Mercado dijo...

Muy acertada la imagen que usas, describe la política, que ha perdido sentido, de manera indolente. Y sin embargo ese camino es ineludible, y por él transitamos todos, de una manera u otra.

Miguelo, sc dijo...

Creo que si realmente los partidos políticos tuvieran claro que su trabajo consiste en realizar un servicio a los ciudadanos, lograrían ponerse de acuerdo más a menudo. Pienso que han llegado a un punto en el que su único interés consiste en llegar al poder por mera cuestión de supervivencia. Igual que comentabas con el tema de las ONGs dependientes de las subvenciones, un partido político nunca conseguirá sobrevivir únicamente con la cuota de sus afiliados (curiosamente lo que sí se le quiere exigir a la iglesia). Actualmente salen adelante gracias a la subvención pública(mayor cuanta más representatividad hayan tenido en las anteriores elecciones) y a la financiación privada de empresarios y bancos que otorgan donaciones o créditos a cambio de favores... Y esos favores al final se devuelven de una forma descarada...

Con estas reglas de juego, es fácil perder el norte, centrarse en vanalidades y olvidarse de lo fundamental...

Por cierto, entre las muchas definiciones de la palabra "política" que aparecen en el diccionario de la Real Academia Española, hay una que casi pasa desapercibida: "Cortesía y buen modo de portarse". Según esto, ¿no deberíamos dejar de llamar "políticos" a algunos que presumen de serlo?

Armando Vallejo Waigand dijo...

Mariluz, Daniel y Miguelo: parece que los cuatro coincidimos en que el principal error de los políticos consiste en desviarse del camino por haber olvidado inconsciente o conscientemente aquello que les hizo tomarlo. Algunos nunca lo supieron o directamente entraron en ella por fines perversos, pero ese es otro capítulo del que también hablaré en próximas entradas.

Y...

Mariluz, estoy de acuerdo, el fin de la política es "El bienestar común del hombre", ese es el punto de partida. Pero ¿lo es para todos? ¿se inician con esos ideales los jóvenes en la política? Quiero creer que muchos sí, pero también creo que esos que mantienen sus principios con el paso del tiempo tienen menos probabilidades de tocar el poder, precisamente porque tienen principios y por tanto escrúpulos. Los otros no. Pues ya tenemos un diagnóstico, así que también tenemos un 'enemigo' contra el que luchar para sanear la política.

Ciertamente, Daniel, cada nuevo camino que se emprende, cada división del camino principal para abrir una nueva ruta es una amenaza de extravío, pero también una oportunidad de encontrar el rumbo adecuado que todos acaben siguiendo. De modo que comparto tu idea de que hay que recorrerlo, y no en el pelotón de cola, en de los que van tras el resto, sino junto a los de delante abriendo la marcha, dejando paso de vez en cuando para tomar aliento y aprender de los otros, pero sin perder el ritmo.

Hace un tiempo, Miguelo, me invitaste a que escribiera sobre política. He aprovechado el aniversario de la democracia española para iniciar esta serie que aún no sé en qué número acabará, pero de lo que sí estoy seguro es de que muchos otros, todos, deberíamos hacernos estas reflexiones. Interesantísima la perspectiva que aportas. Las reglas de juego están de por sí 'bichadas' como decimos los canarios, así que urge establecer unas nuevas o corregir las que tenemos. No conocía esa acepción del término 'política' y desde luego, da que pensar. Ya que me has animado, allá vamos con esta serie de artículos sobre la política y los políticos. No prometo que sea en 'post' seguidos, pero irán llegando.

Gracias Mariluz, Miguelo y Daniel.