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domingo, 25 de marzo de 2007

Rajoy se 'amula' con Polanco


Hace tiempo que sabemos que el Partido Popular está lejos de poder ser considerado un grupo de ideología liberal-cristiana. Liberal sí, cristiana, poco.


Vaya por delante que no tiene ninguna obligación de serlo y tampoco forma parte de su discurso habitual, pero también es verdad que se ha sentido muy cómodo siendo la opción preferente de los cristianos, no pocas veces señalado sutilmente por la Conferencia Episcopal en sus orientaciones pastorales como la fuerza política más cercana en su programa electoral a los valores del evangelio. Sin olvidar, que muchos de sus cargos de mayor responsabilidad son creyentes, católicos, y algunos incluso, miembros de movimientos ciertamente conservadores de la Iglesia.

Mariano Rajoy no ha querido poner la otra mejilla. Sintinéndose agraviado -en nombre de su partido y de todos sus votantes- por las recientes declaraciones de Jesús Polanco en la Junta de Accionistas del Grupo Prisa, y en defensa de "millones de españoles que se ven reflejados en los valores de libertad y democracia que representa y defiende el Partido Popular" ha preferido castigarle con el veto. El líder del PP tiene derecho a sentirse "agredido" y "ofendido" por haber sido acusado de partido vengativo y deseoso de "querer volver a la guerra civil", pero a un aspirante a dirigir el país se le supone templanza antes de tomar cualquier decisión precipitada y de anunciarla en un comunicado.

Jesús Polanco es el presidente de una gran compañía de comunicación que puede ofender a quien quiera, personalmente o a través de los muchos medios a su disposición; puede incluso orientar sus publicaciones hacia determinada opción política si lo desea, pero serán los lectores, oyentes o telespectadores los que deban juzgar la profesionalidad y calidad del producto. Mariano Rajoy puede -y debe- discrepar públicamente y responder con dureza si lo estima necesario para defender los intereses de su partido y sus votantes, pero nunca vetar a unos medios de comunicación que muchos seguimos, votemos o no al PSOE, en nuestro empeño de obtener información lo más plural posible, y desde luego, deseamos escuchar en ellos a los representantes de la segunda fuerza política en España en estos momentos. El gesto que hubiera elevado la talla política de Rajoy hubiera sido la condena de las declaraciones de Polanco cuestionando su imparcialidad y consecuentemente, la de sus empresas de comunicación, para acto seguido anunciar que seguirá participando en sus espacios en un alarde de tolerancia y mesura. Llámémosle 'poner la otra mejilla' o inteligencia política, pero esta vez el PP no ha actuado ni cristianamente, ni inteligentemente.

NOTA: "amula" es un térmico canario para expresar que alguien se ofende o malhumora.



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